La inseguridad en Colombia es un problema complejo con varias facetas y que afecta a todas las regiones del país. La percepción de inseguridad es alta, especialmente en las áreas urbanas, y se ha ido incrementando en los últimos años.
Percepción de inseguridad:
- La Encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana (DANE) reveló que en 2022 el 52.9% de la población colombiana manifestó sentir inseguridad.
- En las zonas urbanas, la percepción de inseguridad es aún mayor, alcanzando el 42.6%, mientras que en las áreas rurales es menor, con un 26.3%.
- Las mujeres tienden a reportar más inseguridad que los hombres, con un 40.9% versus 36.9%.
Causas y factores:
- La falta de cohesión comunitaria, la ausencia de cultura de la legalidad, el ambiente de impunidad y la mala relación entre la policía y la ciudadanía son factores que contribuyen a la inseguridad.
- Las condiciones socioeconómicas, como el desempleo y la pérdida de valores morales, también juegan un papel importante.
- La presencia de grupos delincuenciales, pandillas y otros grupos armados, tanto legales como ilegales, genera temor e inseguridad en la población.
Delitos y criminalidad:
- Los hurtos a personas son comunes y han aumentado en los últimos años.
- Los robos de bicicletas también son un problema, especialmente en Bogotá.
- Los delitos informáticos, como extorsiones y ataques a cuentas bancarias, han ganado terreno.
- Los homicidios siguen siendo un problema grave, con un promedio de 36 muertes violentas diarias en el país.
Situación en Bogotá:
- En Bogotá, la inseguridad ha experimentado un aumento en delitos de alto impacto, como el hurto a personas y los delitos sexuales.
- Las bandas criminales están tomando control de algunos territorios, a pesar de los esfuerzos de las autoridades.
- La ciudadanía bogotana se siente permanentemente amenazada por la criminalidad.
Esfuerzos de las autoridades:
- El Gobierno colombiano ha implementado diferentes estrategias para combatir la inseguridad, como el aumento del personal de seguridad, la implementación de programas de prevención y la lucha contra el crimen organizado.
- Sin embargo, los resultados de estas estrategias no siempre han sido los esperados.
En resumen, la inseguridad en Colombia es un problema complejo y multifacético que afecta a la población en general y requiere una solución integral que involucre a las autoridades, la ciudadanía y la sociedad civil.
El sentimiento de inseguridad en las ciudades
La inseguridad en las principales capitales del país se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para los ciudadanos. Los datos de crímenes demuestran que no se trata de una simple percepción.
Uno de los resultados más impactantes de la encuesta reciente de Invamer es la percepción que existe entre los colombianos sobre el deterioro de la seguridad. El 96 % de los encuestados considera que la inseguridad en el país está empeorando. ¡96 de cada 100 se sienten más inseguros! Esa percepción se aceleró en este año, después de haber caído a su nivel histórico más bajo en los meses más duros del confinamiento, cuando el porcentaje de empeoramiento fue del 54 %.
Es muy importante tener en cuenta que esta percepción de inseguridad es urbana, de acuerdo con la ficha técnica del sondeo que se hizo en las cinco principales ciudades (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga). El sentimiento de inseguridad se ha agudizado por las impactantes noticias, videos e imágenes difundidas en las redes sociales y medios de comunicación, que muestran asaltos masivos y a mano armada, en restaurantes y buses, así como atracos callejeros, cada vez más violentos, que han costado la vida a varios ciudadanos.
Pero hay que reflexionar, antes que nada, acerca de la realidad de la inseguridad, más allá de lo que pueden percibir los habitantes de las ciudades colombianas. Al fin y al cabo, la percepción de seguridad es producto de una combinación de factores, algunos de ellos subjetivos, como la sensación de vulnerabilidad que deja la pandemia frente a la vida, la salud y, también, el futuro. Por otra parte, dentro de las causas objetivas se encuentran el aumento del desempleo, la informalidad y la pobreza que provocó la recesión.
Las estadísticas policiales, aunque solo reflejan los delitos denunciados y tienen subregistros de algunos de ellos, como el atraco y la violencia sexual, son una aproximación bastante cercana de las dinámicas del crimen y la violencia. Dichas cifras muestran que, en 2020, la pandemia y el confinamiento tuvieron efectos positivos, paradójicamente, sobre la seguridad. Pero en 2021 la situación cambió radicalmente. Según la Fiscalía, durante este año cada hora se han cometido al menos 30 hurtos a personas, con 139.900 víctimas en los primeros siete meses. Bogotá es, de lejos, la ciudad del país con las peores cifras: al menos 40 mil capitalinos han denunciado ante la Fiscalía.
Existe una estadística contundente que muestra que el asunto de la inseguridad no es solamente una percepción: se ha dado un incremento de las muertes violentas tanto en áreas urbanas como en aquellas rurales. En el primer semestre de 2021, las muertes violentas aumentaron 24 % comparadas con el mismo período de 2020, de acuerdo con un estudio de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
El deterioro de la seguridad es una más de las terribles secuelas que deja la pandemia, originada en los daños permanentes que esta provocó sobre las estructuras económicas y sociales, daños que, a su turno, aumentaron los riesgos en salud, educación y empleo de los colombianos. Combinado con un problema enorme del diseño institucional del aparato de Justicia, que permite altos niveles de impunidad, se produce una situación tan preocupante como la que estamos hoy viviendo.
La respuesta a la inseguridad debe ser el fortalecimiento de las entidades políticas y técnicas que tienen que ver con el fenómeno. Los mandatarios locales y el gobierno nacional deben crear planes de choque para enfrentar esta suerte de crisis de seguridad que se está viviendo. No se saca nada con ignorar o soslayar lo que están percibiendo los colombianos, porque se trata de algo que tiene un fundamento real, tan real que está ganando importancia dentro de la lista de problemas que los agobian